La ñata contra el vidrio: reflexión sobre obsesión por la imagen

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En un lugar de las afueras de Buenos Aires hay un bosque, en el bosque una casa, en la casa un ventanal de vidrio algo espejado en el que se refleja un árbol y en el árbol un pájaro carpintero. O dos, o muchos. Los habitantes de la casa ignoran cuántos, aunque sospechan que no puede tratarse del mismo ya que la escena se viene repitiendo desde hace años.

El pájaro, en todo caso, acude solo. Es amarillo jaspeado y tiene un sólido cuerpito y un buen pico que le permiten resistir. ¿A qué? Al engaño en que vive. La naturaleza lo ha hecho para picotear el árbol en busca de bichitos. Pero él picotea el vidrio en busca de una imagen del árbol donde no hay alimento. Una y otra vez, obstinado, aturdido, el despistado carpintero se golpea contra la superficie, desesperante de tan lisa.

Mientras se da de bruces contra ella se ve a sí mismo darse de bruces contra ella y ve las ramas del árbol que está a sus espaldas. No entiende pero insiste. A veces, sobre una rama se juntan pajaritos de otros colores y tamaños que lo miran golpearse. Casi se diría que se cruzan de brazos, o de alas, para asistir al espectáculo. El sigue y seguirá cayendo en la trampa, tratando de penetrarla para captar el misterio de un árbol tal vez crecido del otro lado, y de un pájaro testarudo que en vano intenta entrechocar su pico contra el suyo. Adentro, los habitantes de la casa también se ven reflejados en su error. Por una parte les da lástima no poder explicarle al carpintero la verdad, es un vidrio, sonsito ; por la otra, vergüenza, como humanos que son, por haberlo encandilado con esa cosa e´mandinga; y por la otra, pena, esta vez por sí mismos. ¿Qué víctima de la sociedad del espectáculo y la imagen no se vería pintada en el embeleco del carpintero?

La sociedad del espectáculo y la imagen

Desde la vidriera a la que pegamos la nariz para dejarnos seducir por el objeto imposible, a las pantallas de televisión o computación frente a las que vivimos también pegados, nuestra propia existencia se asemeja a la del pajarito que cambia el tronco real por el virtual. El autor de Cafetín de Buenos Aires no se habrá imaginado pegarla literalmente hasta tal punto cuando escribió su celebrado verso la ñata contra el vidrio. Con todo, el chico que aplastaba su naricita para contemplar a sus ídolos, los hombres del cafetín, logró aprender cuatro cosas: filosofía, dados, timba y la poesía cruel de no pensar más en mí. Lo que el tango no dice es la opinión de la madre al verlo dar la espalda al colegio, o al triciclo de repartidor, para admirar un esplendor considerado falaz.

Cuando veo a mis nietas prendidas a Internet me interrogo: ¿estarán aprendiendo la poesía cruel, al menos, o dándose nomás de geta contra la transparencia esquiva? Atrapados por la seducción del artificio, estos pajaritos que se concentran en un juego insalubre, llámese reflejo, dados o chateo, ¿ven más allá o más acá de lo que siempre hemos visto quienes nos hemos atenido al entorno natural?

Palabra ésta, natural, que nos conduce de regreso a la zoología. Los que conozcan a los gatos pequeños sabrán que algunos de ellos, no todos, buscan por detrás con la pata frente al televisor, o al toparse con su imagen en un espejo. De grandes ya no: han entendido que por ahí no hay nada que tocar. No han entendido qué hay de intangible pero se han conformado. Desvían la mirada ante el gato gemelo que también la desvía.

La obsesión por la imagen y la búsqueda de la verdad

Más lúcidos que el carpintero, o más resignados, sólo saben que nada saben y no se pasan la vida ensayando hasta atontarse y morir. Tampoco ellos, sin embargo, son naturales. Deponer la curiosidad por falta de respuesta no significa que el escándalo de la imagen no haya turbado su espíritu.

¿Porque qué es, después de todo, la poesía cruel, ésa que no se aprende en el tronco sino en el vidrio? Es la que nos incita a ver qué se esconde detrás. Los únicos pájaros que no se preguntan nada son los del paraíso. Quizás el árbol del bien y del mal haya sido el reflejo de un árbol vacío de alimento pero lleno de todo lo que el creador aparentaba prohibirnos, la duda. Expulsado del edén, el carpintero cavila. No importa que se equivoque, lo que importa es que se empeñe. Quién sabe si algún día no termine por descubrirnos a nosotros, los habitantes de la casa, mirándolo desde adentro. Señora, señor, cada uno encuentra la verdad donde puede. Si sus chicos chatean, tanto como si miran El gran hermano, no les digan ni sonsitos ni que un libro es más nutritivo o un paseo por el bosque más saludable. Felicítenlos por buscar a quienes los manejan en la sombra, detrás de la pantalla, mientras les dure la intriga, antes de que desvíen la mirada porque ahí será tarde.

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Consultas habituales sobre la ñata contra el vidrio

  • ¿Qué significa la ñata contra el vidrio ?
  • la ñata contra el vidrio es una expresión que se refiere a la obsesión por la imagen y la ilusión de buscar algo que no existe.

    la ñata contra el vidrio - Quién fue Edmundo Rivero

  • ¿Qué enseñanza podemos extraer de la historia del pájaro carpintero?
  • La historia del pájaro carpintero nos invita a reflexionar sobre cómo nos dejamos llevar por las apariencias y la obsesión por la imagen, en lugar de buscar la verdad y vivir en conexión con la naturaleza.

  • ¿Cómo podemos evitar caer en la trampa de la obsesión por la imagen?
  • Para evitar caer en la trampa de la obsesión por la imagen, es importante cultivar la curiosidad y buscar la verdad más allá de las apariencias. También es fundamental desconectarse de las pantallas y conectarse con la naturaleza y las experiencias reales.

    la ñata contra el vidrio - Qué significa la ñata contra el vidrio

En resumen, la ñata contra el vidrio nos muestra cómo la obsesión por la imagen puede llevarnos a caer en una trampa de ilusiones y superficialidad. Es importante reflexionar sobre nuestras acciones y buscar la verdad más allá de las apariencias. La naturaleza y la conexión con lo real nos brindan una experiencia más auténtica y enriquecedora. No dejemos que la sociedad del espectáculo y la imagen nos desvíen de lo verdaderamente importante.

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